Paco Jémez decisivo |
No nos
defraudó el partido. Los dos equipos jugaron a ganar cada uno a su estilo (16 remates hicieron
cada uno).
El Rayo estuvo mucho más
sólido y aunque Jémez modificó su esquema de ataque, esté le funcionó muy bien.
La
ausencia de un 9 puro y la movilidad que puso J. Viera en esa falsa
posición hizo que tanto Costas como Fontás no pudiesen fijar bien sus
movimientos y por ahí empezó a perder el partido el Celta.
La
calidad, movilidad, talento y acierto de J. Viera, Lass, Bueno y Iago Falqué, por este orden, desarboló
al rival que estaba roto por el medio, al decidir en una más que dudosa y
desacertada decisión dejar a Oubiña
como único pivote.
Si a esa movilidad, se
une los movimientos físicamente lentos pero enormemente rápidos en la
circulación de balón de Trashorras y
la inteligencia y esfuerzo de Saúl; pues
el resultado fue superioridad del Rayo en la transición
defensa-ataque que se plasmó siempre y llevó por la calle de la
amargura a un Celta descosido por dentro y fuera.
Si añades, finalmente, que
la defensa del Rayo Arbilla-Gálvez-Tito y
Nacho no tuvo un solo fallo y dejaron sin tocar un solo balón en
condiciones a Charles, S. Mina y Nolito.
Si además, Tito se hartó de profundizar y formó con Lass una sociedad que fue un estilete por banda
derecha, donde se produjeron todas las jugadas ofensivas del Rayo -nunca interceptadas-; pues el
escenario que se dibujaba era muy preocupante para el Celta.
Eso es lo que fue el Rayo un equipo compacto, sólido, solidario, sin pegar un solo patadón para
defenderse y donde todos aprietan -hasta
9 jugadores distintos realizaron faltas-. Y que fue ayudado mucho por su entrenador.
Jémez fue
decisivo
en su apuesta inicial y en sus acertados cambios.
Ya
tiene bemoles ir colista, ir ganando 0-1 fuera de casa y en el minuto 10’ del
2º tiempo cambiar a un media punta (Bueno) por un 9 puro (Larrivey).
Le salió
redondo. Larrivey estuvo enorme en todos sus movimientos, aparte del golazo.
Más tarde añadió el cambio de banda de Lass por la entrada de Embarba y acabó por desquiciar al
Celta.
La
apuesta de juego de Luis Enrique fue muy errática desde el inicio.
No entendimos la ausencia de Rafinha, que en 5’ minutos
tuvo dos goles y provocó una amarilla y el trivote
en el medio campo -parecido al Madrid-
colocando a Augusto por dentro -fuera de su lugar natural- y a Alex también excesivamente adelantado.
Ya hemos mencionado que
esta colocación dejó roto por la mitad
al Celta que aunque tuvo más
posesión que el Rayo (24’-21’) su juego nunca fue fluido.
Tampoco
ayudó en sus cambios
que hizo todavía más largo a su equipo y que jugó siempre a impulsos, aunque
siempre dio la cara.
En
definitiva fue lo que esperábamos: un buen partido de fútbol.
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