En la Previa después
de haber analizado el estilo de juego del
Valladolid comentábamos que “haciendo
una comparación simpática le podríamos denominar como el hermano pequeño del Málaga,
en el cual se mira para realizar su apuesta de juego”.
Ayer no solo ocurrió eso, sino que además el hermano pequeño –el Valladolid- se disfrazó con una equipación muy
parecida a la 2ª del Málaga. Y en muchos momentos parecía; por sus
movimientos colectivos, por su organización de juego, por la calidad técnica de
sus jugadores y por su afán ofensivo que era el hermano
mayor, el Málaga.
En sentido contrario y ante la perfecta sintonía del rival, las franjas azules del hermano mayor, el Málaga, parecían que se
habían tornado violetas, como las del Valladolid, principalmente en el 1er tiempo.
Después de ver el partido ahora tiene explicación para la afición
malaguista y para todos lo que
apuntábamos en la Previa: un entrenador, un equipo, y unos jugadores a
considerar y respetar. Esto es el
Valladolid. En Pucela deben sentirse
orgullosos de su equipo y de su apuesta de juego.
Del esquema
táctico y de la disposición de sus hombres,
Djukic solo varió su portería con el internacional venezolano Hernández y por
Baraja en lugar del tocado Álvaro Rubio y a fe que acertó. Puesto que Baraja estuvo
inmenso y Hernández muy bien.
El Valladolid, dispuso una apuesta de juego
atractiva, limpia, ordenada, con buen gusto en el trato con el balón y muy organizada, con la defensa muy
adelantada, con las líneas muy juntas y realizando la presión muy arriba, tan
arriba que llegó a veces hasta
Caballero.
Con ella trabó desde
el inicio al Málaga que no se
encontró a gusto casi nunca porque debían pensar sus jugadores que parecía en
muchos momentos que estaban jugando contra su propia copia.
Tanto fue el parecido que el gol de Manucho pareció uno del Málaga: minuto
8, después de 40” en que ningún jugador del Málaga toca el balón, se suceden 14
pases continuados con la participación de 9 jugadores de campo diferentes del
Valladolid, terminando con 3 remates consecutivos de Omar, Ebert y Manucho.
Sensacional.
O esa otra jugada en el 22’ donde hasta 7 jugadores distintos combinan
en 14” y Manucho finalmente hace una apertura a la derecha donde aparece
Rukavina que disparó cruzado. Uf!
La disposición táctica del Málaga en el 1er tiempo tampoco ayudó. Eliseu tenía que quedarse con el
peligrosísimo Ebert y por esa banda
aparecía Rukavina también.
En el otro lado a Jesús Gámez le pasaba otro tanto con el
rapidísimo Omar. No había nadie fijo
en ninguna banda, como hace siempre Eliseu,
porque Joaquín, Portillo e Isco se
movían por dentro.
A esta acumulación
de jugadores se sumaba el juego por dentro de Camacho y Recio, por lo que en consecuencia había muchos pases pero
muy poca profundidad.
La presión por
dentro del Valladolid fue buenísima
e inteligente en todos sus movimientos, introduciéndose
muchas veces Baraja como central y haciendo un 1-5-3-1-1 cuando no tenían el
balón y su basculación era perfecta en las bandas.
En 15’ el Málaga no había tirado a puerta ni
se había acercado con peligro, y una jugada escenificaba el desarrollo del
juego: Portillo debía retrasar el
juego en la salida de balón a Demichelis,
éste ante la presión debía retrasar a Caballero,
y éste en su área pequeña y ante la presión de Manucho prácticamente se saca el balón de encima. El balón llega a
Ebert que después de un recorte dispara, y solo una magnífica intervención del mismo Caballero impide el gol.
En cualquier caso apareció el hermano mayor con su jugada de manual:
minuto 35, después de 32”, 7 jugadores distintos participan en la jugada y después
de 9 pases consecutivos, Isco empata.
El Málaga, aún sin estar bien, logró lo que parece realmente
imposible, que al 2º equipo con más posesión de la Liga le hiciese un demoledor
71% de posesión.
Sin embargo, ni esa posesión, ni los casi
300 pases que realizó más que el Valladolid sirvieron para tener el ritmo y el
control del partido más que en pocos momentos, aunque el Málaga quiso siempre ganar
el partido y nunca especuló.
El Valladolid, por tanto, fue un hueso muy duro de roer. De sus ejemplares movimientos colectivos hablan sus 23 faltas, que
cortaban de raíz todos los intentos individuales de jugada del Málaga, porque
la mayoría de estas faltas se las repartieron entre los 10 jugadores de campo y
siempre con el balón en disputa, por lo que era imposible que el árbitro les
sancionara con amarillas ni por reiteración de faltas.
En la 2ª parte el partido, poco a poco, fue cambiando, el Valladolid
se alargó en exceso y bajó un poco en su presión adelantada, debido a varios
factores: fatiga, el
crecimiento del Málaga, que adelantó sus líneas y que puso más intensidad en todos sus
jugadores, por la colocación ya fija en banda derecha de Joaquín, con lo que el juego
por dentro fue más fluido apareciendo más Camacho e
Isco.
Pellegrini, volvió a ayudar, quitó a otro jugador por dentro en el
medio campo y puso a Santa Cruz y luego quitó a Recio e introdujo a Duda. El
equipo pasó a un 1-4-4-2 más coherente con la apuesta del rival y el equipo fue
creciendo en dominio y peligro.
Así se llegó al final donde ocurrieron muchas cosas:
1.- El árbitro echa a Manucho con una incomprensible tarjeta.
2.- El árbitro acierta al pitar amarilla y no roja a Marc Valiente
puesto que Sereno estaba por detrás del jugador y del balón.
3.- El árbitro acierta al pitar penalty porque Sereno no estuvo sereno
en el corte.
4.- Caballero salva al Málaga.
En definitiva, un
partido muy complicado cuya mejor lectura es que ante un rival que desplegó un
gran juego, y en el que el Málaga no fue el de los mejores días se llevó el
partido. Como hacen los grandes.
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