Más o menos todos sabemos lo que significa la ley de Murphy.
Es una forma ficticia de explicar los infortunios en todo tipo de
ámbitos que, a grandes rasgos, se basa en la frase «Si algo puede salir mal, saldrá mal.».
Ya lo comentaba Caparrós en el post partido: “que se acaben las desgracias”.
Un gran entrenador y mejor persona, que ante los graves
infortunios que sufre su equipo en forma de lesiones, arbitrajes desfavorables
y raciones de mala suerte, no se escuda en nada: ni una queja de los árbitros,
ni basa sus argumentos en las derrotas en la ausencia de jugadores clave ni
tampoco apela a la mala suerte. Ejemplar. Siempre mira hacia delante.
El Mallorca, de nuevo, no tuvo suerte en
los lances definitivos del partido. Perdió su primer partido en casa en
Liga, contra un rival, el Granada, que
no había marcado un solo gol fuera de casa. Y en los 3 partidos anteriores
jugados en casa el Mallorca solo había encajado 1 gol.
¿Qué pasó para que esto sucediera? Muchas cosas, y prácticamente ninguna a favor del
Mallorca.
En la Previa avisábamos de la solidez táctica en materia defensiva de
Anquela y la falta
de talento y de gol que también tenía el Granada.
El Granada, con un
1-4-2-3-1 muy compacto le dio a probar al Mallorca, en muchas fases del
encuentro, su propia medicina: Altísima
disciplina táctica, organización defensiva y pocos errores en la zona de
transición.
También
adelantábamos que para superar a este
Granada, el Mallorca debía imprimir al
juego alta intensidad, velocidad en la circulación de balón, y no permitir el
juego lento y cadencioso del Granada; debía tener el balón en juego el máximo
tiempo posible.
Prácticamente nada de esto sucedió sino que ocurrió, como en la ley de Murphy, todo lo contrario:
·
El partido duró 96’.
¡El tiempo parado fue de 56’! Así
que se jugaron solo 40’ reales.
·
La posesión de cada
equipo no llegó a los 20’.
·
El propio Caparrós comentó que les
había faltado intensidad. Así fue.
·
Iriney, el pivote
defensivo, que había
sido el año pasado fundamental en el Betis en la recuperación y en las faltas
tácticas, -fue el 2º jugador que más
faltas realizó en la Liga- jugó con una
libertad de movimientos inusual.
No necesitó hacer faltas –solo 1- y fue el máximo recuperador de su equipo con
8. Esa libertad de movimientos le
otorgó al Granada el ritmo del partido.
Como muestra no un botón, sino muchos botones: dio hasta 39 pases a sus compañeros, de ellos 38 fueron buenos, solo
1 malo, y solo 2 pérdidas de balón. Nunca fue presionado.
·
Esa falta de
intensidad del Mallorca se notó además por la falta de
presión a los otros 2 jugadores de medio campo: Mikel Rico dio 44 pases,
de ellos 40 buenos y por Brahimi: 37 pases, 33 buenos.
En el Mallorca los datos comparativos son elocuentes: Pina
solamente dio 22 pases buenos, Joao 4 buenos, Martí 28 buenos y Víctor 33.
La diferencia por tanto fue muy notable y fundamentalmente con esa
triple conexión, pocas veces abortada, el Granada desactivó al Mallorca en gran
parte del partido.
Anquela que maneja muy bien los
sistemas tácticos que emplea, tuvo lucidez en el
planteamiento inicial y también leyó bien el partido. Se notó su mano incluso forzando en una falta lateral la provocación masiva del fuera de juego: hacía tiempo que no veíamos esos movimientos tan atrevidos.
En los primeros 20’ de partido apenas pasó nada, el Granada presionó en la salida de balón y el Mallorca no se sintió
cómodo nunca. Eso tranquilizó
mucho al Granada que poco a poco notaba que no era tan inferior al Mallorca.
En el segundo tiempo tampoco pasó nada en los primeros 20’ hasta que,
con buen criterio, Caparrós da un salto
hacia delante y mete en el
terreno de juego a Arizmendi.
Y sucede lo imprevisto, la ley de Murphy
revolotea en un saque de
falta lateral que realiza Martí: 6 jugadores del
Mallorca al remate; 3 atrás en la línea de medios abiertos: Pereira a la izquierda, Pina por el centro y Emilio por la derecha.
Ningún jugador rival en kilómetros a la redonda, todo están en su
área, menos Orellana y Torje.
La falta va corta y baja, Geromel intenta el control del balón que sale a la línea de Orellana, Torje empieza a correr.
Ninguno de los 3
hace lo que debe: Emilio duda en apretar,
quedarse o irse hacia atrás; Pina decide acudir a la interceptación de Orellana y Pereira opta por irse hacia atrás.
El pase de Orellana por dentro no es
interceptado y Torje se encuentra
a 70 metros de la portería de Aouate, empieza su carrera, seguido por Emilio……..lo demás es conocido.
Caparrós no se resiste ante la ley de Murphy y da otra vuelta de
tuerca, saca a Pina del campo y mete en banda derecha arriba a Marc Fernández.
Abre su defensa: Geromel pasa a la derecha, Conceiçao se queda en el centro
solo y Bigas abierto a la izquierda……
Y sucede de nuevo lo imprevisto, esta vez ayudado por la maniobra táctica desesperada de Caparrós; la ley de Murphy vuelve a revolotear: saque de Toño, 22”
de duración de la jugada, 6 pases y 5 jugadores distintos participando en ella,
termina en el 2º gol del Granada.
El árbitro Hernández: un pitador de nuevo. En los 4 partidos que ha dirigido ha mostrado 3 rojas y ha señalado 3
penaltys. Agárrate y vámonos.
La tarjeta amarilla a Brahimi por soltar
la mano involuntariamente a Pina, excesiva,
fue involuntaria.
La segunda amarilla con expulsión de Brahimi, excesiva. Es un balón dividido y parece en
la secuencia a cámara lenta que toca primero Brahimi y luego viene el toque de
Geromel. Se pudieron hacer daño los dos. Yo hubiera pitado
balón neutral.
La tarjeta amarilla que saca a Pereira en la disputa del balón con Siqueira
es una acción absolutamente involuntaria. Los 2 se
podían haber hecho daño. Al ver sangre le saca la tarjeta. ¿Por qué?
Ha quedado absolutamente claro que el agarrón de Emilio se produce a 3
o 4 metros del área. Hernández que ha corrido más
que algún jugador del Mallorca se
encuentra a 20 metros de la jugada, el
asistente está corriendo en paralelo y los dos
se equivocan gravemente. La expulsión es inevitable pero nunca el penalty.
En definitiva un Mallorca que estuvo poco metido en el partido y que dejó escapar 3 puntos de
oro.
Si el comportamiento y la intensidad de todos sus jugadores se
hubieran parecido a la intensidad que puso Hemed –su mejor partido de siempre-
otro gallo hubiera cantado.
Ahora a reponerse, a recuperar lesionados e inevitablemente a fichar
otro pivote con urgencia. El tiempo apremia.
¡Ah! y a dejar en anécdota la ley de Murphy.
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