domingo, 21 de octubre de 2012

MÁLAGA 2 - VALLADOLID 1. El hermano pequeño disfrazado.



En la Previa después de haber analizado el estilo de juego del Valladolid comentábamos que “haciendo una comparación simpática le podríamos denominar como el hermano pequeño del Málaga, en el cual se mira para realizar su apuesta de juego”.

Ayer no solo ocurrió eso, sino que además el hermano pequeño –el Valladolid- se disfrazó con una equipación muy parecida a la 2ª del Málaga. Y en muchos momentos parecía; por sus movimientos colectivos, por su organización de juego, por la calidad técnica de sus jugadores y por su afán ofensivo que era el hermano mayor, el Málaga.

En sentido contrario y ante la perfecta sintonía del rival, las franjas azules del hermano mayor, el Málaga, parecían que se habían tornado violetas, como las del Valladolid, principalmente en el 1er tiempo.

Después de ver el partido ahora tiene explicación para la afición malaguista y para todos lo que apuntábamos en la Previa: un entrenador, un equipo, y unos jugadores a considerar y respetar. Esto es el Valladolid. En Pucela deben sentirse orgullosos de su equipo y de su apuesta de juego.

Del esquema táctico y de la disposición de sus hombres, Djukic solo varió su portería con el internacional venezolano Hernández y por Baraja en lugar del tocado Álvaro Rubio y a fe que acertó. Puesto que Baraja estuvo inmenso y Hernández muy bien.

El Valladolid, dispuso una apuesta de juego atractiva, limpia, ordenada, con buen gusto en el trato con el balón y muy organizada, con la defensa muy adelantada, con las líneas muy juntas y realizando la presión muy arriba, tan arriba que llegó a  veces hasta Caballero.

Con ella trabó desde el inicio al Málaga que no se encontró a gusto casi nunca porque debían pensar sus jugadores que parecía en muchos momentos que estaban jugando contra su propia copia.


Tanto fue el parecido que el gol de Manucho pareció uno del Málaga: minuto 8, después de 40” en que ningún jugador del Málaga toca el balón, se suceden 14 pases continuados con la participación de 9 jugadores de campo diferentes del Valladolid, terminando con 3 remates consecutivos de Omar, Ebert y Manucho. Sensacional.

O esa otra jugada en el 22’ donde hasta 7 jugadores distintos combinan en 14” y Manucho finalmente hace una apertura a la derecha donde aparece Rukavina que disparó cruzado. Uf!

La disposición táctica del Málaga en el 1er tiempo tampoco ayudó. Eliseu tenía que quedarse con el peligrosísimo Ebert y por esa banda aparecía Rukavina también.

En el otro lado a Jesús Gámez le pasaba otro tanto con el rapidísimo Omar. No había nadie fijo en ninguna banda, como hace siempre Eliseu, porque Joaquín, Portillo e Isco se movían por dentro.


A esta acumulación de jugadores se sumaba el juego por dentro de Camacho y Recio, por lo que en consecuencia había muchos pases pero muy poca profundidad.

La presión por dentro del Valladolid fue buenísima e inteligente en todos sus movimientos, introduciéndose muchas veces Baraja como central y haciendo un 1-5-3-1-1 cuando no tenían el balón y su basculación era perfecta en las bandas.

En 15’ el Málaga no había tirado a puerta ni se había acercado con peligro, y una jugada escenificaba el desarrollo del juego: Portillo debía retrasar el juego en la salida de balón a Demichelis, éste ante la presión debía retrasar a Caballero, y éste en su área pequeña y ante la presión de Manucho prácticamente se saca el balón de encima. El balón llega a Ebert que después de un recorte dispara, y solo una magnífica intervención del mismo Caballero impide el gol.

En cualquier caso apareció el hermano mayor con su jugada de manual: minuto 35, después de 32”, 7 jugadores distintos participan en la jugada y después de 9 pases consecutivos, Isco empata.

El Málaga, aún sin estar bien, logró lo que parece realmente imposible, que al 2º equipo con más posesión de la Liga le hiciese un demoledor 71% de posesión.


Sin embargo, ni esa posesión, ni los casi 300 pases que realizó más que el Valladolid sirvieron para tener el ritmo y el control del partido más que en pocos momentos, aunque el Málaga quiso siempre ganar el partido y nunca especuló.

El Valladolid, por tanto, fue un hueso muy duro de roer. De sus ejemplares movimientos colectivos hablan sus 23 faltas, que cortaban de raíz todos los intentos individuales de jugada del Málaga, porque la mayoría de estas faltas se las repartieron entre los 10 jugadores de campo y siempre con el balón en disputa, por lo que era imposible que el árbitro les sancionara con amarillas ni por reiteración de faltas.

En la 2ª parte el partido, poco a poco, fue cambiando, el Valladolid se alargó en exceso y bajó un poco en su presión adelantada, debido a varios factores: fatiga, el crecimiento del Málaga, que adelantó sus líneas y que puso más intensidad en todos sus jugadores, por la colocación ya fija en banda derecha de Joaquín, con lo que el juego por dentro fue más fluido apareciendo más Camacho e Isco.

Pellegrini, volvió a ayudar, quitó a otro jugador por dentro en el medio campo y puso a Santa Cruz y luego quitó a Recio e introdujo a Duda. El equipo pasó a un 1-4-4-2 más coherente con la apuesta del rival y el equipo fue creciendo en dominio y peligro.


Así se llegó al final donde ocurrieron muchas cosas:

1.- El árbitro echa a Manucho con una incomprensible tarjeta.
2.- El árbitro acierta al pitar amarilla y no roja a Marc Valiente puesto que Sereno estaba por detrás del jugador y del balón.
3.- El árbitro acierta al pitar penalty porque Sereno no estuvo sereno en el corte.
4.- Caballero salva al Málaga.

En definitiva, un partido muy complicado cuya mejor lectura es que ante un rival que desplegó un gran juego, y en el que el Málaga no fue el de los mejores días se llevó el partido. Como hacen los grandes.

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